El concepto cráneo-sacral tiene su origen en la osteopatía, que nace en 1874 con Andrew Taylor Still. Esta disciplina terapéutica postula que la curación es inherente al cuerpo y que lo único que el terapeuta puede hacer es contribuir a que ésta se produzca por medio de manipulaciones que alivien la tensión acumulada en la columna vertebral y en otras partes del cuerpo.
El doctor W. Sutherland (1873-1954) viendo la sofisticada anatomía craneal tuvo una intuición a principios de 1900, “los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir un movimiento respiratorio”. Con esta primera inspiración en el año 1901 el doctor W. Sutherland (discípulo del Doctor Still) comienza una vida de búsqueda e investigación desarrollando lo que hoy se llama la Terapia Cráneo-Sacral.
TERAPIA CRANEOSACRAL
El Doctor Sutherland desarrolló un sistema de examinación y tratamiento de los huesos del cráneo consiguiendo muy buenos resultados, basado en la idea de que los huesos no están soldados sólidamente sino que hay un micromovimiento o flexibilidad a través de las suturas en que se separan los huesos.
Después de Sutherland, apareció John Upledger, médico osteópata de la escuela del Doctor Still, que trajo una nueva visión del asunto. Él dijo que lo que menos le interesaban eran los huesos del cráneo, y lo que más le interesaban eran las membranas. Todo esto le vino en momentos de inspiración.
En realidad, el terapeuta no impone nada sobre el cuerpo de la persona, sino ayuda al poder autocorrector del organismo. Por eso en Estados Unidos el terapeuta cráneo-sacral se llama facilitador. Y también es la causa de que esta terapia tan suave como efectiva, es segura y conveniente para personas de todas las edades. Desde adultos hasta niños y bebés, así como después de una operación o en condiciones de fragilidad, complementando el tratamiento médico o psicológico. Si no hay una patología concreta, la terapia nos ayuda a eliminar tensiones y bloqueos y a vivir la vida más plenamente, aumentando la vitalidad corporal. Algunas patologías en que más comúnmente se aplica la terapia son: dolores de cabeza de tipo migrañoso o tensional; dolores y problemas de espalda y de aparato locomotor; tensión muscular; alivio del dolor; problemas articulares; problemas de oído, vista o boca; problemas digestivos; sinusitis y neuralgias faciales; estrés, ansiedad, cansancio crónico; traumas infantiles, niños hiperactivos; secuelas de accidentes; problemas emocionales, etc..